martes, 29 de junio de 2010

El reflejo de la luna


El otro día me preguntaba por qué la luna tiene esa esencia romántica girando siempre a su alrededor. Llegué a una conclusión: Nos gusta la luna porque su reflejo es más lindo que la luna en si misma. Y lo mismo pasa con las personas. Nosotros damos muchas señales, mucho cariño, y cuando vemos el reflejo de esto que entregamos en la otra persona, nos reconforta y nos da un aire de paz. Solo cuando vemos que lo que damos es bien recibido y vuelve multiplicado podemos estar seguros que vamos por buen camino.


Por eso, cuando no encontramos ese reflejo en el otro, lo mejor es salir corriendo. Es irse. Y no pensar que “puede cambiar”. Nada cambia. Si lo que damos no vuelve, no tenemos que seguir. Es duro pensar así, pero ¿¿por qué dar lo mejor de nosotros a quien no se lo merece?? ¿¿Qué sentido tiene esforzarnos al máximo por alguien al que poco le importa nuestro esfuerzo?? Es gastar el tiempo. Tiempo que no vuelve.

Otra cosa: la luna es inconstante por sus faces y es símbolo de todos nosotros , que hoy no somos los mismos que ayer ni seremos los mismos que seremos mañana. Lo nuestro es cambiar: de un hombre lleno de esperanzas a uno desengañado.

Es una de las cosas más difíciles. Enviar cientos de señales y que el universo no nos devuelva ni una. NI UNA. Y no podemos patalear, no hay un libro de quejas, ni un departamento al cual ir y hacer una denuncia. Solo nos queda resignarnos. Saber que lo mejor de nosotros a veces no alcanza simplemente porque no depende de uno.


Originalmente este blog era cuna de denuncias, maltratando a quienes nos complicaban la existencia y a quienes no se merecían nuestro respeto. Ya pasaron más de 6 meses desde que comencé a escribir. Y para los que dicen que este espacio está entrando en foros totalmente desconocidos en cuanto a la temática inicial les digo que se equivocan. Con el paso del tiempo, me di cuenta, nos dimos cuenta todos juntos, que no son en realidad los psicólogos, los mecánicos, los ladrones, los políticos... no. No son ellos. Nuestro peor enemigo está más cerca de lo que imaginamos: Somos nosotros mismos.

Como siempre, el enmascarado. Hoy desde el abasto, cenando solo, esperando un beso salvador que llegue a tiempo...


PD: Lo triste de intentar saber que está pasando son las consecuencias...